Acá estoy una vez más, como todos los años escribiéndole a
la vida. Y no me importa si esto es lo
más cursi que alguna vez se escribió.
Conmovida por el gran año que pasó. No gran porque haya sido
grandioso, sino grande en emociones y experiencias. Por momentos me quedo sin
palabras, pero intento aclarar mi mente para poder expresar algo de lo que
estoy sintiendo.
Suelo agradecerle a todos los que me acompañaron cada año,
pero este? Este no sé si alcanzan las palabras. Cuando creí que me enfrentaría
con la cara más dolorosa de la soledad, me encontré con puro amor, cariño,
compañía, de los seres más hermosos que conozco. Si hoy sonrío, es porque ustedes
estuvieron al lado mio. Entre lágrimas, puedo decir que me siento tranquila,
feliz de tenerlos en mi vida. Feliz de saber que no importa cuantas veces me
equivoque, voy a encontrar su hombro que me apoya sin juzgarme.
Infinitas gracias.
A mis papás, porque sé cuán difícil es ver a un hijo sufrir,
y sin embargo mantuvieron su mejor sonrisa y cálidas palabras para ayudarme a
atravesar todos los momentos difíciles.
A mis amigos, porque supieron llorar conmigo, reírse conmigo,
estar en silencio conmigo, a disposición 24 hs cada día de la semana.
A mi familia, porque cada uno en su forma supo acompañarme y
apoyarme incondicionalmente para que el proceso fuese menos incómodo y
doloroso.
A Diego Pacífico Diaz de Rosa, un gracias más que especial, porque
en el poquito tiempo que nos conocemos, me hizo sentirme súper cuidada y
querida. Gracias por malcriarme y por enseñarme.
A mis compañeros de trabajo, porque supieron entender y
aceptar los momentos que no supe estar al 100% y me tuvieron paciencia y
comprensión.
Y a Charly, por ser un ser de luz que iluminó mis años con
él y seguirá estando en mi corazón eternamente con los más lindos recuerdos.
Comentarios
Publicar un comentario