Una canción, un beso y una despedida

Se acercaban las 6AM de un viernes con mucho frío, y sonó el teléfono. 
Una llamada, que con mucho dolor, esperábamos. 

Un final inminente, porque... de eso se trata la vida, ¿no?
De transitarla, como un cuento, con principio y fin. 

La habitación en silencio; las palabras no sonaban en el aire pero retumbaban en mi cabeza. Mil preguntas, mil recuerdos. ¿y ahora? 

Me acerqué a su cama y pensé que ya se había ido. Pensé que quizás era muy tarde para decir todo lo que tenía para decir. Sin embargo, me animé a hablarle; quizás, era yo quien tenía que escucharme después de todo. 

Le dije que estábamos todos ahí con él para acompañarlo, que no estaba solo.
Le dije que estaba bien que descanse, que se fuera tranquilo, que yo iba a cuidar de la abuela.
Le dije que lo quería mucho, le canté una canción y lo besé en el cachete. Un último beso. 

Él me sorprendió con una lágrima y un gesto. Todavía estaba ahí, y se despidió haciéndonos saber que nos estaba escuchando. 

Casi 24 horas pasaron, ahora sola en mi habitación y ya sin frío. Triste, claro. Pero también agradecida por la vida que pudo vivir y disfrutar tantos años. Por los recuerdos que atesoro, y por esa canción, que me recordará y unirá a él para siempre. 

Gracias abuelo. Por ser nuestra enciclopedia viviente. Por tu gigantesca humildad. Por tus chistes y tu sentido del humor espontáneo. Por regalarnos el "abuelo comodín" en carrera de mente y no aguantarte decir todas las respuestas, hasta las del equipo contrario. Por explicar y guionar todos nuestros festejos religiosos. Por ser el compañero de vida de la abuela, a quien apoyaste siempre incondicionalmente. Por regalarme a mamá. Por nuestro viaje a Israel, entre tantos otros. Por contagiarnos el amor por la música y el arte Gracias. Por tus ojos dulces y tu bondad sin límites. 

Hoy dejás un gran vacío, que tendremos que llenar con recuerdos; pero de esos sobran, así que tranquilo. Aquí estaremos, pensando en vos y recordándote siempre, hasta que nos toque a nosotros despedirnos también de esta vida y abramos espacios a otros cuentos.

Así es la vida, como un cuento, con principio y fin. 

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